Un día, cuando regresaba a su apartamento, vio a una misteriosa chica agachada. Aparentemente parecía una chica fugitiva, así que tan pronto como le di el helado, ella se unió a mí. Inmediatamente la invité a pasar a la habitación, pero tal vez estaba un poco cansada y se quedó dormida tranquilamente. Cuando le hice una broma en secreto, mi curiosa hija me suplicó: "Quiero que hagas algo divertido".